
Ya sea en una macetita de ruda o en una caja de misoprostol, llevaremos la opción en nuestras manos y crearemos círculos de mujeres que se apoyan, deciden y acompañan.
La oxitocina es una hormona que nuestro cuerpo genera con normalidad: esta se produce en el hipotálamo (núcleos supraópticos y paraventricular), después va al corazón para distribuirse por todo el cuerpo; dónde participa en una gran diversidad de modulaciones somáticas e incluso emocionales.
En el parto su principal función es iniciarlo, los niveles de oxitocina se elevan, comenzando las contracciones uterinas progresivamente, así que se segrega de manera pulsátil, es decir en oleada y de forma gradual, esto es muy importante, porque la oxitocina está relacionada con otras hormonas principalmente la prolactina, que es la encargada de la producción de leche durante el puerperio.
Ahora, en los hospitales, las salas de parto tienden a convertirse desde la modernidad en un sistema penitenciario que disciplina y castiga a los cuerpos/sexualidad/subjetividad femenina, convirtiendo un proceso fisiológico, con sus ritmos, tonos, diversidades, subjetividades, en uno patológico, estandarizado, rutinario, medible, y medicalizado.
En estos lugares es cotidiano que a las mujeres durante la labor de parto se les administre oxitocina exógena para acelerar el trabajo de parto. ¿Por qué? Porque un parto en una mujer que nunca ha parido puede llegar a ser de 22-24 horas, y esto es normal, pero no se adapta al sistema moderno de atención a la salud.
Cuando se administra esta oxitocina, sí se acelera el trabajo de parto ¿pero a qué costo? Pues a mayores, más frecuentes y dolorosas contracciones uterinas, disminución de la oxitocina endógena (aunque ese es otro tema más amplio) debido al dolor y estrés que estas contracciones pueden provocar, esto provoca a demás algo muy importante durante el puerperio (posparto); por instrucciones clínicas cuando el periodo expulsivo comienza, se debe parar la difusión continua de oxitocina, entonces en ese momento después de la expulsión, el cuerpo pariendo se queda sin oxitocina suficiente tanto endógena como exógena, para volver a contraer el útero después del parto, y puede culminar en una atonía uterina o una hemorragia uterina.
A demás, se ha observado que, hay una mayor resistencia al inicio del apego a la lactancia, ya que la segregación pulsátil de la oxitocina endógena, y no la continua de la exógena, es necesaria para la activación de otras rutas y feedback endócrinas de otras hormonas que participan en el inicio y eyección de la leche materna, así como la falta de oxitocina endógena después del parto puede estar relacionada con la depresión posparto.
Esto es lo que desgraciadamente sucede en los hospitales; una oleada, rítmica con sus mesetas y valles, fisiológica, puede convertirse con el inmoderado intervencionismo médico, convirtiendo este proceso, en un torbellino de dolor, que sólo puede ir de mal en peor, dejando a un lado todo el panorama que implica la fisiología, la subjetividad, y la sexualidad femenina.
Estudiante de Biología.
Partera en el camino.
Ciencia, arte, género y clase siempre en mi cabecita.
Chihuahuense, pero Tijuanense que vive en Cdmx